domingo, 21 de julio de 2013

Buen día a todos!
Retomo mi blog después de mucho tiempo, con nuevas perspectivas y nuevos proyectos.
Reconozco que inicialmente me movió el impulso de la emoción de conjugar dos situaciones de vida trascendentales para mí. El nacimiento de mi hijo y la oportunidad de explorar a través de la experiencia diaria y la entrega a ese pequeño ser sobre la base de los conocimientos "académicos" adquiridos (en medio de limitaciones muy serias de mi parte para entender cómo funciona esto de hacer un blog).
Sin embargo nada me habría preparado para todo lo que viví. Estaba plenamente convencida de que la lactancia materna iba a ser mi camino, sin vacilaciones, sin desvíos. Sin embargo, y también debido a que varios años antes de pensar en tener hijos decidí hacerme una reducción mamaria; mi proceso de lactancia no fue el éxito rotundo que yo vaticinaba. Eso fue un duro golpe, sobre todo a mi ego, que en su empeño en salir victorioso ni siquiera había pensado en la posibilidad de comprar esas cosas que llaman en mi país "teteros" y en mi segunda patria "mamaderas"... 
Mi hijo en vez de ganar peso, lo perdía diariamente. De nacer con 4.2 Kg pasó a 3.8 en menos de 15 días, y luego dejé de llevar esa cuenta. Poco después y con lágrimas en los ojos tuve que tomar la decisión de darle la malvada fórmula láctea... 
Ya hoy todo eso quedó atrás, y recapitulando sobre lo ocurrido también caí en cuenta de que mi peque era un poco "flojo" para chupar el seno. Nunca sentí eso que algunas madres cuentan de que casi las dejan sin alma en una chupada. A los 3,5 meses ya mi hijo no quiso más mi leche.
Cuando eso pasó entendí que ese pequeño ser con vida y decisiones propias estaba tomando una, y debía respetarlo. 
A los 6 meses empezamos el concienzudo proceso de empezar a comer otros alimentos diferentes a la leche. Ya mi hijo va a cumplir dos años, y todos los días toma decisiones con respecto a lo que come. 
Yo como nutricionista lo estoy guiando, pero también respeto sus decisiones y preferencias. Creo que es importante encontrar el balance y entender que no todo lo podemos controlar, en otras palabras: Dejar fluir.
Todo lo que les acabo de contar tiene un gran significado para mí y me permite ofrecerles varias conclusiones importantes para todas las mujeres que tengan proyecto de ser mamás:
1.-  La lactancia materna es el acto de amor más importante que una madre pueda regalar a sus hijos. A través de este proceso descubrimos el verdadero significado de la palabra amor y de la palabra entrega. Sin embargo es importante mantener el equilibrio y seguirnos entregando en igual medida al resto de las cosas y personas que componen nuestra vida (pareja, casa, profesión, familiares, aficciones, etc).
2.- Todo conocimiento teórico adquiere importancia sólo en el momento en que se pone en práctica. Como madres es importante que antes de tener a nuestros hijos nos documentemos adecuadamente sobre el proceso de lactancia, y también sobre la correcta introducción de nuevos alimentos al bebé, ya que la salud de nuestro hijo depende de todo lo que hagamos. Por eso es importante saber que vamos a hacer, cómo y cuándo. Es importante buscar asesorías a tiempo, el nutricionista es el profesional indicado para abordar estos temas con las futuras madres.
3.- Confiar en nuestras propias capacidades es el aspecto más importante. La madre naturaleza es muy sabia y nos ha dotado de un "sexto sentido" capaz de guiarnos perfectamente con éxito durante la crianza. No hay nada escrito en piedra. Lo que le funcionó muy bien a mi hermana no necesariamente vá a ser lo mejor para mí. Cada bebé, familia y rutina de vida es distinta.

Les dejo un afectuoso abrazo dominguero.

Gracias por leerme!



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